Historia

NUESTRA ESCUELA, DESDE SUS ORÍGENES

Inmediatamente de logrado el gobierno democrático, desde 1983, el Profesor Jorge Calza trabajó en el esbozo de un Bachillerato en Lenguas Modernas para la esfera pública. En la ciudad existía el Bachillerato Humanista Moderno en lenguas clásicas y era privado.

El nuevo gobierno provincial estaba abocado a la creación de nuevas escuelas secundarias, dado que los establecimientos en funciones no lograban cubrir las necesidades de una matrícula en constante crecimiento: no había bancos para la demanda y, además, eran escuelas nacionales tanto las públicas como las privadas.

Calza presentó aquel proyecto al Consejo General de Educación de la provincia de Entre Ríos, pero en ese momento, no obtuvo una respuesta afirmativa. En 1986, las autoridades provinciales dieron el visto bueno para que surgiera esa escuela, aunque el plan fue modificado. Es decir, crearían escuelas provinciales con un Ciclo Básico Común (esto es: 1º, 2º y 3º año, exactamente iguales en cuanto a las asignaturas).

No obstante, una de las asignaturas se llamaba Educación Práctica y en cada escuela podía tener contenidos distintos que -de algún modo- anticiparían la modalidad de los futuros Ciclos Superiores (4º y 5º año).

Fue entonces que Jorge Calza convocó a un grupo de docentes para trabajar, absolutamente ad honorem, en el “armado” de ese proyecto.  La asignatura Educación Práctica sería una iniciación en la traducción a partir de textos en lenguas neolatinas, básicamente Portugués, Italiano y Francés.

Como se menciona más arriba, no era decisión del Director la cantidad de años, sino del Consejo General de Educación. Así, surgieron de a uno: el primero, en 1987; el segundo, en 1988; y el tercero, en 1989. En el primer año hubo una sola división, pero la demanda fue tan grande que, a partir de 1988, se abrió una segunda división. De modo que, al concluir el año 1989, la Escuela Borges contaba con una división de tercer año, y dos divisiones de segundo y de primero. Era momento de planificar el cuarto y el quinto año, o sea, el Ciclo Superior. Y dada la gran proliferación de emisoras de FM en Concordia, consideramos oportuno que la modalidad fuera un Bachillerato en Comunicación Social, modalidad que fue aprobada y en la que trabajamos para delinear tanto las asignaturas que habría, como los contenidos y la carga horaria de cada una de ellas.

Como todo emprendimiento que plantea algo distinto, más aún tratándose de un proyecto educativo público, esta propuesta tuvo numerosos y entusiastas defensores como también algunos pocos, pero acérrimos detractores; pero es cierto que “la Borges”, como se la conoció enseguida, fue ganándose un lugar y un prestigio en la ciudad.

Las anécdotas son innumerables y muy variadas. A título de ejemplo, y nada más que por citar algunas, Lucrecia Lessa, una de sus mentoras, menciona ésta: “A partir de 1988, la escuela funcionó en una casa alquilada, ubicada en calle 1º de Mayo, casi Hipólito Yrigoyen. Durante 1987, el Bachillerato Artístico nos había cedido un aula, donde funcionaba el único curso y la única división que teníamos, y una minúscula salita, que era dirección, preceptoría y sala de profesores a la vez. En la nueva casa, habíamos colocado una mesa de ping pong,  donada por unos padres, había juegos de ajedrez, muchas revistas… Concluidas las horas de Talleres, que se realizaban por la tarde, los alumnos permanecían en el local jugando, conversando, entreteniéndose. ¡Debíamos pedirles que, por favor, se fueran a sus respectivas casas!”.

El hecho de no contar con edificio propio, y de tener muchas actividades a contra-turno, obligó a diseminarse por la ciudad. Claramente, esa situación atentaba contra la convivencia, el conocimiento de los alumnos entre cursos y era un verdadero dolor de cabeza para las cuestiones administrativas y de funcionamiento. Sin embargo, tuvo un enorme beneficio: los chicos y las chicas tenían un gran sentido de pertenencia por su escuela. Sentían que debían mantener una gran cohesión, como una suerte de reaseguro de identidad.

Finalmente, y después de tantos sacrificios, llegamos al propio y nuevo edificio en 1997, diez años después de haber sido creada la escuela. Es el que tenemos hoy, en Salto Uruguayo 500.

Valores tales como la responsabilidad tanto en el estudio y cumplimiento como en los actos de cada uno, la solidaridad, la honestidad, el compromiso con la escuela, pero también con la comunidad, el respeto por el otro, el esfuerzo individual y colectivo, fueron algunos de los valores que se consideraron de vital importancia. Si se logró transmitir eso realmente, sólo los estudiantes podrán evaluar esa adquisición.

Clickeá en las fotos para ampliarlas y conocé el recorrido del edificio propio.